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La culpa

Eres culpable,
De mis idas y venidas.
De mi flaca lucidez.
Culpable de mis temores.
Culpable de mis noches en vigilia.
transcribiendo los gritos del alma.
Culpable de incontables carcajadas.
Culpable de mis altos vuelos.
Culpable de mis retornos.
De los cortes en mis labios.
Culpable de mis dientes afilados en tu cuerpo.
Culpable del volumen
de mis mofletes sonrosados.
Culpable del brillar de mis ojos
Del derretir de mis pupilas.
Culpable también del derrame de mi esencia 
Culpable de mi vértigo y mis saltos al vacío 
Culpable de mis pérdidas de dióxido.
Culpable de mi patología
Culpable.
Una culpa sin sentenciar 
que le echaremos a un desacertado color de carmín.

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Se conocieron en clase de cocina, eran  los alumnos más aventajados, pero un día dejaron de asistir cada vez que empezaban una receta quedaba  inacabada terminaban comiéndose el uno al otro, ella se convirtió en su receta favorita y él en la especialidad de la casa, lo que comenzó como un menú degustación, acabó con un banquete de perdices y un felices, para siempre.

Ansiada libertad

Son esos ojos, los que rojos de llorar,             ya no saben a quien mirar sin miedo a conquistar através de aquel cristal roto, de lo poco que se mira tras de él, ada oculta y resulta que ese es el problema si no ofrece dificultad no vale la pena, vale el llanto que oculta detrás porque hay más que un cristal reluciente es un alma consciente un cerebro incipiente un niño no muy valiente el recipiente de las manías que todos los días ven en él, ay de aquel que no lo perdone por ser un simple torpe un pensamiento por o acorde con su edad, su condición o raza. Algo pasa , si cada vez que pasas no se te cae el alma a los pies, al darte cuenta de lo libre que es él encerrado y lo atado que estás tú sin un sólo candado.

Demolición

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