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Cobarde

Tengo en el pecho un volcán
Que supura rabia y llanto
Provocando grandes ríos de hostilidad
Que a su paso no dejan más que desolación
Queman sin piedad toda mi piel
La misma que por ti ardía en deseos de pasión
Tengo en el cerebro un laberinto
Que recorren cada día los recuerdos de tu huida
Silenciosa y traicionera
Sutil, cobarde
Tengo en la mirada una señal
La oscuridad
Fruto de un cuerpo vacío
Carente de alma y esperanza
Oigo a mi cuerpo
Resquebrajarse en cada paso
Avanzando cauteloso
Ante la única salida posible
Un salto
En el que ojalá la gravedad actúe bien rápido
Y termine esta tétrica función
Sólo una vez representada
Sin mérito, sin público, ni aplausos

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