Se conocieron en clase de cocina, eran los alumnos más aventajados, pero un día dejaron de asistir cada vez que empezaban una receta quedaba inacabada terminaban comiéndose el uno al otro, ella se convirtió en su receta favorita y él en la especialidad de la casa, lo que comenzó como un menú degustación, acabó con un banquete de perdices y un felices, para siempre.