Sencillamente bailamos Aquel día me hice de rogar, sabía que me estaría esperando, nervioso, ya casi desesperado. Yo entusiasmada llamé al timbre, él respondió con voz firme y decidida. Subí con agilidad las empinadas escaleras, tembloroso abrió la puerta, me ofreció algo de beber y me enseño su casa, dejando para el final su acogedora habitación, con una espaciosa cama en el lateral derecho, no lo pude resistir y salté sobre ella, parecía tan confortable... Entre sonrisas le dije que olía a él. Lentamente se me acercó, nuestro labios se llamaban, se buscaban nuestras miradas, y nuestras manos se atraían..., pero en un impulso me puse de pié y simplemente comencé a bailar, y él conmigo, y bailamos, bailamos hasta el amanecer, hasta desfallecer. Nos quedamos dormidos, y le volví a soñar. Cuando me desperté ya se había ido, pero su olor seguía allí, conmigo.